Otros doce locos pintan sus monos para Toutain / El cómic vivo / II

 

Otra docena de artistas continúan la descabellada locura comenzada por Pepe González siguiendo las órdenes de Josep Toutain.
     Este juego “intrascendente” llevado a cabo por Toutain a mayor gloria de sí mismo que reunió a lo más granado de la historieta mundial de aquellos años se va convirtiendo ahora en un catálogo de ausencias. Si tanto José González, que le dio inicio, como el propio Toutain han dejado de estar entre nosotros, la segunda página de la entrega de hoy nos trae el recuerdo de Víctor de la Fuente, otra herida reciente en el cuerpo del mejor tebeo español de todos los tiempos, acompañado para la ocasión por otros ausentes insignes como Hernández Palacios, Jesús Blasco o Auraleón.
     Sirva esta ocasión de homenaje y reconocimiento a otro artista que supo hacernos disfrutar con su trabajo sin renunciar por ello a sus principios. Descanse en paz Víctor de la Fuente.

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Midiendo las palabras / El Diccionarioloco

 
El diario español El País publicó entre 1981 y 1995 un cuaderno de historietas, pasatiempos y reportajes para sus lectores juveniles. Aquella revista, que se entregaba encartada formando parte del suplemento dominical del periódico, ofreció un escaparate en el que muchos autores del tebeo español mostraron su trabajo, y significó una inmejorable rampa de lanzamiento para más de uno de ellos.
     El núcleo de aquel proyecto fue un grupo formado alrededor de la periodista Ana Bermejo, en el que se encontraban fotógrafos, redactores, ilustradores, escritores, guionistas y artistas diversos. Desde el primer número aparecieron dibujos de Juan Carlos Eguillor, Tino Gatagán y Gerardo R. Amechazurra, a quienes se fueron uniendo pronto Antonio G. de Santiago, Carlos P. Penagos, Enrique Almendros y Antonio Grajera, entre otros.
     Uno de aquellos dibujantes es el autor del trabajo que hoy ocupa nuestro espacio, precisamente publicado por entregas en el Pequeño País. Se trata de Emilio Urberuaga, acreditado ilustrador de literatura juvenil, sobradamente conocido por su trabajo con Elvira Lindo en la creación gráfica del personaje Manolito Gafotas. Precisamente, Manolito también paseó por la revista juvenil del periódico madrileño.
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     El Diccionarioloco de Urberuaga bebe en las fuentes de creaciones tan recordadas como el Diccionario de Coll, antecedente de muchas criaturas de este tipo. Al buen humor y evidente ingenio del autor se añade en este trabajo la adecuación de sus dibujos. Yo disfruté mucho con sus ultralógicas definiciones, y creo que muchas de ellas mantienen toda su simpatía.
     Disfrutémoslas pues de nuevo y que San Turrón, patrón de Jijona nos guarde.

 

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¡Aquella vez que Superman voló hasta Editorial Dólar…! / I

S.-D._00_Super-pS.-D._00_Dolar-pLas Novelas Gráficas que la Editorial Dólar lanzó a finales de los años cincuenta fueron la ocasión para que una generación que había llegado tarde para asistir al nacimiento del tebeo de aventuras y las grandes series atrapara al vuelo muchas de aquellas históricas referencias de sus predecesores y conocieran de primera mano a algunos de los nuevos aventureros que con el tiempo llegarían a alcanzar niveles de atracción semejantes.

     Aquella colección de libritos de cómic, las recordadas “diversas narraciones gráficas”, presentaban en los números iniciales de cada una de sus primeras series (las dedicadas a Rip Kirby, Ben Bolt y Julieta Jones) un ditirámbico texto que se hacía eco de las maravillas técnicas del siglo XX y su reflejo en la industria editorial, de la que Dólar se erigía como adelantada en España, con su procedimiento de “edicción” (sic), del que explicaba su mayor coste, aunque no olvidaba destacar lo ajustado del precio de aquellos libros (cuestión muy discutible desde el punto de vista del joven lector, siempre agobiado por problemas económicos y que comparaba las ¡ocho! pesetas en que se ponía cada ejemplar de aquellas maravillas editoriales con los cinco o seis reales que costaba un tebeo “normal” (por entonces ya se había dejado de contar en reales, y aquella clásica moneda no se acuñaba desde tiempos de Maricastaña. Sólo se mantenía –una curiosidad- la costumbre de los “dos reales”, la moneda de cincuenta céntimos agujereada que los caprichosos coleccionaban para remachar en los cinturones).

     La mayoría de las series con las que se nutría la colección de Novelas Gráficas provenían de los cómics de prensa del King Features Syndicate, que aunque suene a cooperativa de defensa de los derechos laborales, se trata de una agencia de producción y distribución de material gráfico, principalmente cómics, chistes, caricaturas, pasatiempos y textos. Una de las excepciones fue el Superman de Wayne Boring, versión en tiras publicada en los periódicos cuya distribución en España consiguió Rollán para su editorial durante aquellos años. La primera intención, al parecer, fue integrar las historias del superhéroe de la capa roja en la Serie Amarilla junto a The Phantom, Mandrake y demás héroes de la King Features, y de hecho, en la relación de protagonistas de aquella serie se incluía al Kriptoniano, aunque sus aventuras merecieron desde el principio colección propia, la Serie Violeta.
     La presentación que Dólar ofrece en el número 2 de la colección nos demuestra que los conocimientos del equipo editorial sobre el fenómeno del Hombre de Acero eran algo menos que limitados. Según este texto:

     “Todos conocemos a Superman. Este personaje fue creado para la Televisión norteamericana, y sus películas pronto alcanzaron una fama extraordinaria…”.
     S.-D._00_final-pEl Superman  de la prensa se nos muestra mucho menos “divertido” que su versión en comic S.-D._01pbook. Los periódicos los leían los adultos, y los comics de prensa, por principio, debían ser adecuados a una mentalidad menos infantil que las revistas. Si en algunos casos esto dio lugar a auténticas obras de arte, en personajes como el que nos ocupa, cuyo interés radica en elementos más cercanos al mundo del espectáculo que a la alta calidad literaria se prestaba a la desnaturalización de algunas series al trasplantarlas a las páginas de la prensa, en el mejor de los casos, y a la absoluta pérdida de cualquier interés en muchos otros.

     En el caso de Superman, su trasvase al mundo de la prensa transformó sus aventuras de un modo sutil. Aun manteniendo sus líneas básicas, las historias se acercan más al realismo, en primer lugar por los dibujos de Wayne Boring, que realiza, en mi opinión, un trabajo de regular calidad, y en segundo lugar, por un cambio en las tramas que las hace menos cercanas al surrealismo que se había enseñoreado de los comic books.

     Veamos, pues, la primera entrega de un número de Superman que en Dólar llevo el título de “El robot humano”, y en el que hizo su aparición Metalo, un hombre que sufre una insospechada transformación cuando un cirujano decide salvar su vida mediante una arriesgada operación.

 

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      Tenemos que abandonar aquí a nuestro amigo volador. En próximos días podremos conocer el final de esta aventura.

     Quiero aprovechar para trasladaros dos mensajes, ambos de gran importancia para los aficionados al tebeo y el humor gráfico:

Tebeosfera, la revista web sobre historieta y humor gráfico, lanza una nueva entrega. Este número 6 tendrá un contenido variado, y hemos comenzado con artículos y reseñas sobre Massagran, los cómics de superhéroes al servicio de los Estados Unidos, El Juego de la Luna o El Diseño de lo Incorrecto; y con fichas tanto de autores como Laura P. Vernetti, Gabriel Vargas o Peter O’Donnell; así como de obras tales como Nosotros Somos Los Muertos, El toro blanco, Zeppelin, 11M. Once Miradas, Guadalajara será la tumba del fascismo, Patufet, Nuestra Guerra Civil, En Massagran, Modesty Blaise o la espectacular ficha de saga de El Capitán Trueno, entre muchas otras.

Rafael Ruiz Dávila,
Redactor Jefe de TEBEOSFERA

El PRIMER tebeo español: Dominguín.
Tebeosfera se enorgullece de presentar un hito en la historia de nuestros tebeos, la codiciada publicación Dominguín, cuya ficha hemos abordado tras meses de pesquisas y gracias al esfuerzo y el amor coleccionista de Jaume Bosch. Además Antonio Moreno y Francisco Álvarez han hecho posible disfrutar de esta histórica cabecera gracias a la creación de nuestro TEBEOVISOR, una aplicación que permite leer los 20 números de estos (y otros) tebeos casi imposibles de localizar desde la pantalla del ordenador, on line, y completamente gratis. Una entrada y una herramienta que será clave en el trabajo de los investigadores de la historieta tanto en nuestro país, como fuera de él.
La información, más detallada, en TEBEOSBLOG.

Rafael Ruiz Dávila,
Redactor Jefe de TEBEOSFERA
http://tebeosfera.com

 

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Los errores del aprendiz / Repitiendo una entrada de enero de 2009

 
Una de las primeras cosas que puse en el blog
fue este comentario sobre la publicidad de los bolígrafos
For Ever en los tebeos de la colección Héroes Modernos
de Dólar de principios de los años sesenta. Mi desconocimiento
de los mecanismos informáticos y de los trucos
de edición en el blog han hecho que el texto
y las imágenes quedaran bastante deslucidos.
Hoy los vuelvo a repetir esperando
haber aprendido algo en este tiempo.

 

Un bolígrafo para cualquier circunstancia / Dólar For Ever

La edición del cómic de prensa americano en España está llena de sabrosas anécdotas. Remontajes, censuras, páginas perdidas o redibujadas, saltos en la continuidad, repeticiones…     La Editorial Dólar, que en los años cincuenta y sesenta se especializó en traer a España las aventuras de los más importantes héroes de King Features Syndicate, es una buena muestra. Uno de los casos más chuscos es el de la relación que mantuvo el famoso bolígrafo For Ever con la colección Héroes Modernos. En la mente de los lectores que eran niños cuando nació la colección en 1959 o 1960 están grabadas a fuego las apariciones de los audaces bolígrafos en las más peligrosos momentos de las hazañas del Hombre Enmascarado y sus colegas.
 
     Los intrépidos bolígrafos podían aparecer en cualquier momento del episodio, y como puede apreciarse en este ejemplo, las sentencias que acompañaban su aparición no eran menos profundas que las que la sabiduría de la selva aplicaba al Duende que Camina. Quizá por ello es en las aventuras del Hombre Enmascarado donde con más frecuencia solían presentarse los bolígrafos, unas veces solitarios y otras en grupos, como en esta ocasión, en la que nos muestran sus habilidades para la esgrima.

     Hasta el más humilde habitante de la selva profunda era capaz de apreciar la calidad de un bolígrafo For Ever:
     Naturalmente, dependiendo del ambiente en el que se desenvolvía la acción, los bolígrafos estaban preparados para tomar la apariencia y la actitud más adecuadas a cada circunstancia:

     Si el Príncipe Valiente y el Hombre Enmascarado gozaron de la compañía de los omnipresentes bolígrafos, Juan el Intrépido no podía ser menos. La proteica Bon-Bon preparaba sus estafas escribiendo sus mensajes con un bolígrafo… For Ever, por supuesto.

      Y ya se ve que hasta los extravagantes pillos con los que se enfrentaba el mago Mandrake podían contar con el consejo de los inteligentes bolígrafos, aun cuando fuera para multiplicar el dinero y poder luego regalarlo. Algún truco habría, me apuesto la camisa.

      Cuando Mandrake habla de sus aficiones con sus amigos de tierras lejanas, el bolígrafo For Ever, orgulloso de sus habilidades,  hace gala de sus excelencias sin falsa humildad:

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     Y en el lejano futuro de los primeros años sesenta del siglo pasado, los viajes de Flash Gordon se preparaban aprovechando las inigualables propiedades de un simple bolígrafo For Ever:

   

Porque For Ever es un bolígrafo que resiste el paso del tiempo, como sabe muy bien the Phantom:For_Ever_Dolar_Phantom_04_peque

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      A veces el Hombre Enmascarado recibía ayuda en medio de su tarea. Si es preciso, el bolígrafo se introducirá en la viñeta, como vimos antes, o se situará en un rinconcito, como en este caso:

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O en este otro:

   

  

 

     En la Edad Media, los sepultureros y el verdugo apreciaban la calidad de los bolígrafos For Ever:
For_Ever_Dolar_Valiant_2_peque     Porque For Ever nunca te dejará en la estacada:
 For_Ever_Dolar_Valiant_3_peque     Y además, no se confunden con ningún otro:

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     Y su variado colorido les permite adecuarse a cualquier circunstancia:

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     Pero donde el bolígrafo For Ever tiene su sitio realmente es en nuestro tiempo, por supuesto:
     Porque incluso el sofisticado detective Rip Kirby abandona la elegancia de la estilográfica seducido por el moderno poder de atracción del bolígrafo For Ever:

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     Ya que su valor está por encima del de las gemas preciosas:   For_Ever_Dolar_Phantom_07_peque     Y si se trata del mundo del deporte, el gran Ben Bolt, campeón de los grandes pesos, es otro de los convencidos de la importancia de los bolígrafos For Ever:
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     Y es que, ya lo hemos dicho, los bolígrafos For Ever no se confunden con ningún otro:

 

 

 

     Y por eso Johnny preferiría perder su arma que su bolígrafo For Ever:

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     Si vas a hacer un viaje a la selva, no olvides tu bolígrafo For Ever:

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     El bolígrafo que no sólo sirve para escribir:

 

 

 

 

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     ¡Oh, sorpresa!: el bolígrafo For Ever tenía un hermano.

 

 

 

 

     ¿Qué más puede decirse de una maravilla como ésta?:

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 .

 

 

     Un instrumento de confianza…

  

 

 

 

      … que en situaciones comprometidas siempre resultará de gran utilidad:
For_Ever_Dolar_Phantom_09_peque      La tinta de los bolígrafos For Ever está extraída de la misma planta que la que emplea el Hombre Enmascarado en el anillo de la Calavera:
For_Ever_Dolar_Phantom_10_peque     For_Ever_Dolar_Phantom_11_peque

   

 

 

  

     ¡Buen argumento para terminar cualquier debate!

 

 

 

    Me pregunto si aún existirán aquellos bolígrafos.
For_Ever_Dolar_Phantom_13_peque    ¡Pero esto no es el final, pronto volverá el persistente bolígrafo acompañando al héroe de la semana en su nueva aventura!

Espero no haber vuelto a hacer algo mal.
Pero no es sencillo: como dijo aquél,
la informática es la ciencia de encontrar
un problema para cada solución.

 

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Pero ¿hubo alguna vez once mil dibujantes…? / El cómic vivo de Toutain y su cuadrilla / I

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Pues sí, todo era posible entonces, el cómic había llegado por fin a España, la caspa había caído de nuestras cabezas, la censura se acabó, la ira se había ido, y la libertad, qué duda cabía, reinaba por todo el país. Como muestra, nuestras carteleras y nuestros quioscos mostraban más carne que la plaza de abastos, y la crítica seria se había volcado en el antes despreciado mundo del tebeo (perdón, la narrativa gráfica), desvelando los ocultos valores que los pobres lectores nunca habíamos sospechado. Y entonces, como antes había pasado en el cine, llegó el cómic de arte y ensayo, que tuvimos que soport… perdón, admirar con delectación, y del que obtuvimos un enorme enriquecimiento humano y cultural, cuyos frutos todavía disfrutamos.
     Junto a este cómic culto, aquel tiempo venturoso nos trajo otras aventuras gráficas no menos gratas aunque quizá no tan positivas. Llegaron las reimpresiones de glorioso material en zarrapas… lujosas reediciones, alguna de ellas de larga duración, fascículos encuadernables con hermosas tapas y lindos colores en lugar del triste blanco y negro original (no recuerdo si alguna de estas colecciones consiguió llegar al final proyectado, ya se sabe lo difícil que es sobrevivir en esta industria… Fueron años en los que algunos hasta eran capaces de leer tebeos de superhéroes yanquis en pijama, hay gente para todo.
     Los editores, en aquellos convulsos tiempos, se debatían entre el ineludible deber de mantener su negocio a flote y su íntimo deseo de ofrecer al lector alimento cultural de categoría. Algunos sucumbieron en esta lucha y limitaron su producción a meras publicaciones de entretenimiento sin mayores ambiciones, pero los auténticamente grandes no perdieron de vista el aspecto misionero de su labor y entregaron al aficionado colecciones apasionantes, obras de arte editorial, piezas que todavía hoy son recordadas como el grial de la historieta.
     Entre los verdaderos profetas de la edición de comics en España no podemos olvidar a Josep Toutain, columna básica de nuestra industria desde todos los frentes y figura central en los años que rodearon el final de la dictadura. Dibujante, editor, empresario, su visión artística, su capacidad de trabajo, su habilidad personal y su oportunidad para estar en el sitio justo en el momento adecuado le sirvieron para situarse durante unos años importantísimos en cabeza del movimiento editorial del tebeo en España, con fuertes conexiones en todo el mundo.
     Dos de sus empeños más destacados fueron la Enciclopedia de los Comics, una tarea ciclópea a la que dedicó sus esfuerzos más denodados, más allá de sus intereses puramente económicos, y la revista Ilustración + Comix Internacional, un intento de publicación culta de calidad mimado en sus detalles y mantenido durante más de cincuenta números por encima de todos los avatares.
     Toutain consiguió para esta revista la participación de todos los autores que en aquel momento eran alguien en la historieta. Aprovechando sus relaciones internacionales, además de todos los escritores y dibujantes españoles, logró colaboraciones de los mejores profesionales mundiales de aquellos años.
     Como escaparate en el que mostrar a sus figuras más destacadas, desde el primer número de Comix Internacional se presentó una doble página en la que se desarrolló un interesante experimento. En la página par albergó una serie de trabajos de varias figuras españolas, que desarrollaron un tema monográfico durante algunas semanas cada una. El primer inquilino fue Josep María Beà, y su insólita sección, Vea a Beà, ha pasado ya por el blog. Le siguió Manel Ferrer, con sus Maneladas, y por fin, Andrés (luego Andreu) Martín y Mariel se dedicaron a mostrar Todo lo que usted quería saber…
     La página impar fue el verdadero muestrario de los “poderes” de don Josep Toutain como dueño de una poderosa “cuadra” de artistas: los nombres de González, Maroto, Ortiz, Fernández, Bermejo, Sánchez, Sommer, Font, Usero, Giménez, Parras y Ribera son una buena muestra, y todos ellos están aquí hoy, pero es que siguen más, y en entregas posteriores veremos a Richard Corben, Jesús Blasco, Will Eisner
     ¿Y qué es lo que hacían estas figuras en una revista “de culto”? Pues en el fondo, un juego, un juego que, según como se mire no deja de ser un poco infantil: el jefe les dijo: “Ahí tenéis una página, ahora, uno por uno, la rellenáis. Empieza Pepe, que dibuja tías muy buenas, y que haga lo que quiera, y luego el que venga detrás, que siga con lo que le dé la gana, y a ver qué sale”. Y dicho y hecho, eso hicieron. Sin guión previo, sin consultas, sin contactos, sin nada más que una página en blanco y ganas de participar (cobrando, se supone). El resultado, naturalmente, no resulta una historieta satisfactoria (ni lo pretende), pero tiene aspectos curiosos, otros sorprendentes, hay un homenaje de Giménez a Gago con motivo de su fallecimiento, y en todo caso, hay 48 planchas de otros tantos grandes dibujantes hechas sin el agobio de una entrega editorial, con lo que se supone un cierto sentido lúdico en ellos. Merece la pena disfrutarla.
     Por ello, empecemos hoy con la primera docena. Habrá más, prometido. 

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    Curiosamente, sólo Antonio Parras dibujó su página a todo color. Había prometido ofrecer una entrada recordando su reciente deceso, y pienso hacerlo un poco más adelante, pero no está de más aprovechar esta coincidencia para dedicar un recuerdo a su memoria.

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     Y hasta aquí la historia tal y como la han desarrollado estos doce maestros del lápiz y el pincel. Seguiremos atentos para ver en qué desembocan las incoherentes peripecias en manos de Beà y sus continuadores.

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Un triste motivo para un merecido homenaje / Adiós a Al Williamson y Frank Frazetta

      

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W._F._1pEn pocos días hemos asistido a la desaparición de algunas figuras que aportaron a la historieta muchas páginas gloriosas: el mexicano Gabriel Vargas, no muy conocido entre nosotros, pero que en su país era una institución comparable a un Benejam o un Ibáñez; Juan José Carbó, uno de los humildes puntales del Jaimito, creador de Robustiano Fortachón, del Penado 113 y de Ivanchito, serie esta última de la que he colocado una viñeta ahí a la derecha; Howie Post, un estupendo dibujante, bregado en los comic books de Bob Hope y Jerry Lewis, autor de muchas series infantiles, y cuya creación más conocida entre nosotros fue Anthro; Antonio Parras, uno de aquellos dibujantes españoles que tuvieron que salir de España para conseguir hacerse un nombre; Peter O’Donnell, el escritor y guionista británico que adaptó la primera novela de James Bond a los cómics antes de dar a luz a la reina de las espías, la inigualable Modesty Blaise…
     Apenas han pasado unos días desde que conocimos el fallecimiento de uno de los más grandes dibujantes e ilustradores que han puesto su talento al servicio de la narración gráfica, Frank Frazetta, cuando otro nuevo aldabonazo asalta nuestras conciencias de amantes del buen cómic: ayer fue Al Williamson el que abandonó definitivamente el tablero de dibujo. Dos artistas con muchos puntos de contacto que dejan un hueco que nada podrá llenar.
     Esta entrada sólo pretende ser un homenaje a estos siete artistas, y a cuantos les han precedido en estos nefastos tiempos en los que una generación de gigantes deja su puesto a unos herederos que lo tienen muy difícil para alcanzar su altura.
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Modesty-Blaise-MB02---07p     La premura del tiempo no me ha permitido buscar con detenimiento. En el caso de Gabriel Vargas no me ha sido posible encontrar ni un solo ejemplo que mostrar. Seguiré buscando, es una lástima que una obra como la suya, escrita en nuestro idioma y admirada en su país, no pueda ser disfrutada en el nuestro. Dejo en la reserva a Parras y Carbó para una entrega en la que pueda hacerles justicia. De Howie Post he conseguido hallar las dos portadas de la serie de su héroe prehistórico que pueden verse sobre este párrafo, escasa muestra del trabajo de un artista que se prodigó en los años cuarenW._F._2pta en los cuadernos infantiles protagonizados por animales antropomorfos tan queridos en el país norteamericano. Como homenaje a O’Donnell me he limitado hoy a un par de tiras de Modesty Blaise, en la versión del gran Jim Holdaway, creador gráfico del personaje (aunque algunos prefieren a Badía Romero, magnífico dibujante, indudablemente, para mí la auténtica Modesty será siempre la de Holdaway). Para poder ver las tiras basta con pulsar sobre la viñeta situada ahí a la izquierda.
    Frazetta fue un artista muy presente en España, especialmente como ilustrador. Su tira de prensa de los años cuarenta, Johnny Comet (en la viñeta que aparece bajo estas líneas podemos ver al protagonista, como casi todos los de Frank, luciendo los rasgos del dibujante), sus portadas y sus portafolios, su colaboración en el cine de animación, hicieron que profesionales y aficionados conocieran bien y admiraran su trabajo. W._F._3pLa obra de Al Williamson también nos llegó puntualmente,W_D.-S.p y desde muy pronto se le consideró un claro heredero de Alex Raymond. Su discreta (que no secreta) participación en algunas de las grandes series del comic de prensa estadounidense, especialmente Rip Kirby, precedió a su mejor carta de presentación en ese terreno, Corrigan, la continuación del X-9 de su maestro Raymond.
     Para este homenaje no he querido repetir las imágenes más habituales de Frazetta, sus bárbaros, sus monstruos, ni tampoco he acudido a las versiones de Flash Gordon o de X-9 de Williamson que suelen encontrarse siempre. He preferido dos violentas ilustraciones en blanco y negro en las que los dos artistas colaboraron, Frazetta con la tinta y Williamson con los lapices. Quizá esta ilustración de Williamson en la que homenajea al personaje de Dave Stevens Rocketeer sea una sorpresa para algunos.
      Y ahora, tres narraciones cortas. La primera con dibujo en color de Frazetta, es un relato de Al Feldstein, “Squeeze play” (aquí traducido como “En las últimas”), publicado en el número 13 de Shock Suspenstories, de EC Comics (febrero-marzo de 1954), y reproducido en Comix Internacional con comentarios de Javier Coma. El protagonista, de nuevo, vuelve a ser un sosias del dibujante.
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     El segundo relato es de nuevo una colaboración de los dos artistas. Se trata de una historia de ambiente espacial: “Two’s Company…”, traducida aquí, en mi opinión con poco acierto (por lo que me he atrevido a cambiar el título por mi cuenta, lo que confieso algo arrepentido), como “Dos en compañía”. Es un trabajo realizado por Williamson muy en el estilo raymondiano, pero con un desarrollo literario que recuerda más bien las Crónicas marcianas de Ray Bradbury. El entintado de Frazetta contribuye a destacar la dinámica composición y la fuerza de la línea de Williamson.
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     La colaboración entre los dos artistas se repite en otra historia en blanco y negro de tema espacial que desarrolla una turbia trama de traiciones y crímenes. Estos dos relatos y las ilustraciones en blanco y negro las publicó en España la revista Sunday, también con comentarios del especialista Javier Coma.

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     Hasta aquí este pequeño homenaje a unos profesionales que hicieron algo más que un trabajo bien hecho: un trabajo hecho con entrega, con cariño y con respeto a sus lectores y a sí mismos. No se me ocurre mejor elogio.      
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Serafín, de “La Codorniz” a “Zeppelin” / ¿Historias para no dormir?

 

Serafin-Ninchi1Serafin_00CpSerafín Rojo Caamaño, Serafín, es uno de esos humoristas que son un género en sí mismos, irrepetibles e inimitables, que no crean escuela porque es imposible que la creen, dueños de un mundo propio, cerrado y singular que desarrollan sin depender más que de sí mismos aunque estén condicionados por las cláusulas de un contrato, coartados por cortapisas editoriales o maniatados por la censura. No son tan escasos como podía parecer, tan sólo en España puede el lector pensar en cualquier estilo y le vendrán a la memoria ejemplos: Junceda, Castelao, Opisso, Xaudaró, Benejam… sin salir de la época clásica, y la lista no termina ahí: Gila, Mingote, Karpa, Sanchís, Mena, Coll, Vázquez, Conti, Figueras, Jan, Peñarroya, Palop, Nieto, Peridis, Forges…
     No hablo ahora de calidad o de destreza artística, me refiero a ese algo que hace que algunos artistas se acaben en ellos mismos, que su obra se complete con la producción del autor, sin posibilidad de continuador. Y Serafín es sin la menor duda un claro ejemplo.
     Desde los lejanos años en que Doña Paca Cotilla vigilaba a sus vecinos en Trampolín y Doña Tere, Don Panchito y su hijo Teresito alborotaban las páginas de Jaimito mientras las marquesas, los toreros, los pisaverdes y los estraperlistas se exhibían en La Codorniz hasta sus obras finales allá por los setenta, de desatado humor negro o de irredenta furia libertaria, pasando por su versión gráfica de Tip y Coll para Jaimito, el lector reconocía una imagen dibujada por Serafín sin necesidad de ver la firma.
     Para la revista literaria Historias para no Dormir, nacida al calor del éxito de la serie televisiva de Narciso Ibáñez Serrador, Serafín dibujó una serie de páginas, las “Hojas del álbum necrófago del Marqués de Serafín”, rebosantes de humor negro. Aquí van unas muestras:

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     Y cuando en 1973 la editorial Buru Lan decidió lanzar una revista de comics de calidad, Zeppelin, a imitación de la italiana Alter Linus, en su primer número apareció un relato breve titulado Madrid (Serafín había nacido en la capital de España, aunque su gran producción para la Editorial Valenciana hace que se le considere uno de los representantes del tebeo levantino), “que realizó Serafín por una apuesta y en la que campea su peculiar veta humorística a lo largo de la narración”, según consta en el texto de presentación que acompañó la historieta.
     Pienso que merece la pena revisar este pequeño divertimento de un autor único en su género, abundante en sal gruesa, anatomía femenina mostrada en abundancia por mor del recién adquirido destape propio de aquellos convulsos tiempos, y su desarrollada habilidad para el diálogo chulapo y barriobajero, lleno de deslumbrantes inventos sonoros y destellos de actualidad.

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Uno de los últimos cuentecillos de Blasco / “La panda se entretiene”

En los años setenta, el impresor y editor aficionado Juan Martí Pavón se lanzó a la aventura de resucitar las añejas revistas de historietas, creando para ello la revista Chito, en la que consiguió reunir firmas de clásicos de nuestros tebeos como Bernet Toledano, Jordi Buxadé, Carlos Freixas y Antonio Pérez Carrillo, además de históricos como el guionista José Canellas y los maestros Arturo Moreno, Emilio Freixas y Jesús Blasco.
     Durante dos años más o menos se mantuvo la colección, compuesta por una veintena de números “corrientes” más cinco o seis finales monográficos que por problemas de distribución no todos los aficionados llegamos a conocer y una serie de ejemplares extraordinarios. Dos de aquellos extraordinarios conformaban una colección independiente dedicada a Los amigos de Cuto, el personaje estrella de Blasco. El primero presentaba una historia de Anita Diminuta que ya apareció en este blog hace algún tiempo, y el segundo es el que traigo hoy para abrir esta nueva etapa después de unas semanas de descanso viajero.
     Se trata de un cuentecillo infantil de ambiente deportivo, y como en el caso del de Anita, está estructurado en un curioso estilo “redundante”: cada página contiene una tira a todo color, y al pie, un texto narra exactamente lo mismo que vemos en las viñetas, casi con las mismas palabras. ¿Una forma de practicar la lectura para los estudiantes?
     En cualquier caso, sin ser una obra maestra ni pretenderlo, es un agradable trabajo del maestro Blasco, en cuya producción ocuparon siempre un importante lugar los relatos dedicados, como éstos, al público infantil y juvenil.

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Barrachina, cantor de cafetín y héroe por accidente / “La noche anterior”, de Sento

 

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Sento, Vicente Llobell, forma parte de la nueva generación de autores que se unió a los viejos maestros de la edad de oro del cuaderno de aventuras, aportando ideas nuevas y decisión para llevarlas a la práctica. Uno de los núcleos más coloristas y vivos de este renacer del tebeo vino de Levante, como no podía ser menos, con un foco en Barcelona, y otro en Valencia, heredero de la rica tradición de las editoriales Maga y Valenciana y del espíritu artístico y festivo cuya expresión más espectacular son las Fallas y hogueras que se extienden por toda la comunidad.
     El tebeo de la época dorada llegaba a todos los rincones y era devorado por una legión de lectores.
     La lectura de los tebeos era muchas veces un rito público que se realizaba en grupo: en cada barrio había un lugar donde sentarse todos juntos, cada uno con su montón de tebeos para intercambiar y de esta forma poder seguir las aventuras de todos nuestros héroes. También se podían alquilar ejemplares en algunos quioscos o a los más “ricos” del barrio, por un precio que variaba dependiendo de las colecciones o la dificultad del tebeo. Al menos en el ambiente en el que yo me movía, los niños de los años cincuenta no podían permitirse comprar muchos tebeos. Uno o dos a la semana como mucho, más alguno “de risa” que les regalaba su padre. De esta forma, completar una colección era algo verdaderamente difícil.
     La bonanza económica vino a cambiar los hábitos sociales y el ocio de aquella juventud, y así comenzó el calvario y la transformación del mundo editorial del tebeo en España. Nuevas aficiones, ¡la televisión!, el cine más accesible, el deporte, los discos… El tebeo dejó de ser el centro del ocio y empezó a perder su aura mítica. Fueron los años del desgaste, las editoriales lanzaron productos cada vez más descuidados, colecciones sobre series de televisión, refritos… y el mercado se fue degradando, ¡y el tebeo era cosa de niños!
     En ese momento, los antiguos niños habíamos crecido, empezamos a recibir noticias de otros comics, el prestigio del cómic americano, francés, italiano, argentino, echó una palada más sobre la tumba aún abierta de nuestros tebeos infantiles… Ya no se cambiaban tebeos, ya había que comprar todo lo que quisieras leer, llegó la hora de las visitas al Rastro, a los distintos mercadillos…
     Y en alguna cueva, escondidos, otros dibujantes de los que no sabíamos mucho se preparaban para salir a la luz. Hubo una revista de horrible estética, Star, otra un poco menos fea, El Víbora, y otra con un título de bolero que no sabíamos muy bien qué tenía que ver con los tebeos, Bésame Mucho, y en ellas, entre muchas páginas oscuras, difíciles, incomprensibles para los que no estábamos en el ajo, llenas de sexo, droga y violencia, algunas verdaderas perlas, historietas clásicas que nos hablaban en un lenguaje que aún entendíamos, y gracias a ellas pudimos ir acercándonos al resto de los nuevos artistas. En unos pocos años, esos nombres habían cambiado el panorama del tebeo: Montesol, Scaramuix, Mariscal, Max, Daniel Torres, Gallardo y Mediavilla, Roger, Calonge, Mique Beltrán… y Sento.
     La historia que ocupa hoy nuestro espacio: La noche anterior, es una obra de Sento publicada en los números 3 y 4 de Bésame Mucho. El dibujante se había estrenado en la revista en el número anterior con una historieta muda de dos páginas, Los huevos del comprador (que puede disfrutarse también aquí mismo). Su dibujo limpio y anguloso suple la ausencia de diálogo con su fallera expresividad.  

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     Barrachina es el cantante de un cabaret que se ve mezclado en un sucio embrollo de enjuagues urbanísticos que realmente no iba con él y del que paradójicamente le ayuda a escapar el levantamiento de los militares en julio de 1936. Sus aventuras aparecieron intermitentemente en Bésame Mucho hasta la desaparición de la revista. El guionista, J. Ferrer, no aparece acreditado hasta el tercer episodio, Adiós, Lulú, publicado en el número 10. El formato apaisado de la primera historia obligó a imprimirla de lado en la página, dificultando la lectura. Las demás entregas fueron verticales. Es una característica muy común de la historieta valenciana la atención al rotulado de los textos. En el caso de Sento es casi una seña de identidad el estilo veloz y afilado de su letra, de una claridad mediterránea que a veces parece cegar al lector. 

     Aquí tenemos a Barrachina lanzándose a desfacer entuertos en su primera aventura desde el escenario del Tropical. 

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“Ven, ven, Lucifer”, el visceral humor de Regueiro / I

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El humor es algo que surge de lo más profundo de las vísceras del autor… por lo menos para Francisco Regueiro. Cineasta, escritor, pintor, caricaturista, dibujante, este turbador artista emplea para realizar su obra  un conjunto de insólitos elementos (la vida, la muerte, el amor, la maternidad, el matrimonio, el cuerpo humano, con sus vísceras, sus huesos y su sangre…) contemplados desde insanos puntos de vista que nos obligan a cuestionar seriamente nuestros conceptos sobre el propio fundamento del humor.
     Como director cinematográfico, su obra no es fácil de clasificar. Películas como Me enveneno de azules, Duerme, duerme, mi amor, Carta de amor de un asesino, Las bodas de Blanca o Madregilda, entre otras, se cuentan entre las “rarezas” del cine español, y pueden deparar agradables sorpresas al revisarlas una vez que el rodillo del tiempo ha efectuado su normalmente destructiva labor. Por desgracia, no suelen ser fácilmente accesibles en los circuitos habituales.
     Como artista gráfico, su estilo es despojado, preciso y libre de adornos y solemnidades. No conozco su pintura, sólo puedo hablar, por tanto, de sus dibujos, de sus líneas crudas, desnudas y crueles. Y de su inquietante mundo, del que es buen ejemplo el libro que hoy visita el blog. Ven, ven, Lucifer, publicado en 1971, es un arriesgado ejercicio de provocación contra el instinto censor de cualquier autoridad “civilizada”, una colección de mudas puñaladas a los más íntimos sentimientos del observador indefenso. ¿Se puede hablar de humor ante esta acumulación de horror inexplicable, de insoportable dolor? En un mundo habitado por cuerpos mutilados, ahorcados, mordidos, acuchillados… la herida, el dolor, la muerte… ¿qué mensaje puede extraerse de la imagen de un esqueleto que acuna a un bebé contra sus descarnadas costillas, quizá la amante madre que quisiera amamantarlo con sus inexistentes pechos? ¿Es la idea de que el amor es más poderoso que la muerte la que transmiten las cabezas de dos amantes decapitados que se besan apasionadamente?
     Parece sorprendente que en los años finales de la dictadura pudiera publicarse en España un libro tan desasosegante como éste sin que la temida censura descargara su afilada guadaña, pero hay muchas pruebas de la falta de lógica y la eventual inexplicable ceguera del aparato represor del franquismo, más preocupado a veces en cubrir desnudeces femeninas de papel o celuloide que en bucear en el sentido real de los contenidos de una obra artística… hasta que otra instancia, a veces del exterior, le abre los ojos (inefable el caso Viridiana, con repercusión en las relaciones con el Vaticano).
    Juan Benet prologa los dibujos de Regueiro con 18 páginas manuscritas que podéis leer, si sentís curiosidad, pulsando sobre cada número de esta lista:

pág. 1, pág. 2, pág. 3, pág. 4, pág. 5, pág. 6, pág. 7, pág. 8, pág. 9, pág. 10,

pág. 11, pág. 12, pág. 13, pág. 14,  pág. 15, pág. 16, pág. 17, pág. 18

     Regueiro espera cuarenta páginas antes de presentar su justificación, también mediante un texto manuscrito en el que se lava las manos ante la posibilidad de cualquier perniciosa consecuencia para el desprevenido contemplador de su obra, cargando las culpas sobre el prólogo de Benet, “por su timorato y misantrópico espíritu marxista-leninista y su carácter huraño”… “y su pluma venenosa” (!).
     El libro termina angustiosamente: en la última estampa, un hombre, armado con un cuchillo ensangrentado, huye del diluvio de sangre que inunda la página y que, evidentemente, él mismo ha derramado.
    Esta obra puede gustar más o menos, pero, como tantas veces se ha dicho de otras con mucho menos motivo, lo difícil es que deje indiferente.

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